¡Qué momento tan de película se me acaba de pasar por la cabeza! ¿Sabéis a cuál me refiero? Cuando la protagonista tiene esa idea brillante que hará que todo sus destino se tambaleé. Ese instante en que de verdad cree en sí misma y todo lo que haga de ahí en adelante la situará un poco más cerca de sus sueños… Cientos, miles de cosas buenas se alzan tras una mirada de ceño fruncido y media sonrisa.

El mismo gesto que estoy poniendo ahora mismo.

Y la música por supuesto, alimentando el ambiente llegando al clímax (suele ser música pop, tampoco se pillan mucho los dedos. Y si está de moda ese año, mejor).

La protagonista ha tomado una decisión con suma autodeterminación. Luego llegará lo bueno, tan solo en un ratito, no queda nada. ¡Madre mía todo lo que le espera! el éxito, champagne, felicidad a borbotones. Toda una vida que en pantalla se traduce en unos cuantos segundos de escenas inconexas en que ella entrena/pinta/baila/canta/deletrea (porque en EEUU hay ese tipo de concursos)/planta patatas o enamora a ese amor platónico que esconde desde sus años de instituto.

Y así es… 30 segundos de esfuerzo, por una recompensa única, inigualable. Hasta que saquen la secuela, donde la protagonista tendrá que vérselas de nuevo en una encrucijada, tanta felicidad no le hace feliz. ¡Qué desgracia! ¿Cómo salir de esa espiral de felicidad dañina? Bueno, pero ya nos preocuparemos de un argumento tan manido después de terminar la primera parte. Por ahora, nos quedamos con que la inspiración ha llegado, ¿y ahora qué?

¿Qué suena? ¿Es… es mi puerta? ¡Han llamado a la puerta! ¡Por fin! Algo se avecina, lo noto lo presiento. Todo está a punto de cambiar, un giro de 360o (sí, nos deja en el mismo sitio, pero y la vuelta que te llevas ¿qué?). ¡Esperad un segundo ahora vuelvo!

(Vuelve a sonar el timbre, escuchamos una puerta que se abre y una voces inaudibles intercambian unas palabras).

Ya estoy… Nada, era el de Amazón. Venía con una caja gigante sudando la gota gorda. Le pregunté si me traía mis éxitos y me ha dicho que no, que traía unas pesas fitness plus de 8 kilos cada una, que si era aquí. Yo le he contestado que si me ve cara de ser fitness plus. No ha hecho falta respuesta, me ha mirado y ha tirado pa’l tercero mientras se cagaba en todos los dioses hindúes (que son más que los santos cristianos, sólo por eso).

No entiendo nada, yo lo he hecho todo bien, he mirado fijamente al ordenador, he tecleado fuerte fuerte hasta que la ache me a dejado de funcionar… ¿Qué a podido salir mal? ¿Dónde está mi novela publicada? Ollywood me a estafado (de nuevo).