ESCRITURA AUTOMÁTICA
Clases del taller de escritura creativa con Tamara Berbés en La Íntegra teatro.
Ejercicio: Escribir un monólogo y dirigir a un compañero para que lo recite tal cual te lo imaginas.
Un joven italiano llamado Bruno, se encuentra en un bar en primera línea de una playa de Fuerteventura. Acaba de terminar el bolo de esa noche, y sus amigos se han dispersado por el local. Él tiene una cerveza en la mano, y con apatía mira a su alrededor. Una mujer rubia llama su atención al otro lado de la barra. Da un último trago a la cerveza que tenía en su mano y agarrando su guitarra se dirige a ella.
BRUNO: Ciao! Come va? ¿No hablas italiano? ¿Ni español tampoco? Pero seguro que entiendes el lenguaje de la música —Bruno coge una guitarra que tiene a sus pies y toca unos acordes— Esta guitarra, ¿la conoces? ¡Te la presento! Se llama Radio Olé. Sí, así la apodé sí…¿Es un buen nombre para un instrumento? Certo? Desde que me regalaron esta guitarra española me enamoré de España, y supe que algún día tenía que acabar aquí, entre sus tierras, vinos, mujeres… Bueno, lo de la procedencia de las mujeres tampoco es importante, es decir, ¿qué eres inglesa? —cambia un poco el acento— ¿British? ¿German?
¡Ah! German, sí, sí, se nota, se nota… Pues lo dicho, no les hago ascos a ninguna… ¡Mírala, como sonríe! A ésta como si le dico otra cosa —exclamando de forma entusiasta— ¡Me gusta comer niños! Y ahí sigue, sonriendo… ¿Otra copa? Drink? ¡Ah! de eso si entiende la mia amica. Pues estás de suerte, de eso entiendo yo también. ¡Per favore! Una cerveza para la rubia del miei occhi.
Pausa
¿Sabes? me recuerdas a otra rubia que conocí en otra ocasión. Mentí cuando te dije que me enamoré de España por una guitarra… Más bien me enamoré de aquella mujer que tenía sus formas. Su halo, toda ella, era musical. Recuerdo bien cómo se movía. Era como si la entonasen, como si la cantasen. Y es que al verla solo deseaba tocar sus cuerdas para que me revelase las más bellas melodías.
Bruno da otro trago a la cerveza que se acaba de pedir la cual ya está prácticamente vacía.
Qué mal me está sentando esta última cerveza. Las 10 anteriores no me habían hecho efecto alguno. Ninguna de ellas me hubieran hecho querer hablarte de la Española, pero esta última traidora, solo quiere que te lo cuente. ¿Y quién puede decir que no a una cerveza? Acabé en esta playa por ella, por encontrarla… Porque yo en ese momento tampoco hablaba español… lo chapurreaba, como tú ahora. Pero con ella no era necesario compartir ningún idioma, ¿entiendes a lo que me refiero cuando hablo de el idioma del cuore? Certo, llegar a hablarlo es incluso más difícil que el vikingo ese que tu parli, ¿no te la vas a beber, verdad? —le quita la cerveza— ma cuando esa voz te llega, la comprendes desde el primer momento… Es innata, está encerrada dentro, esperando la mirada perfecta.
¿Cómo no iba a ser su mirada la perfetta? Encerrada entre pestañas negras, que la cubrían como un velo. Ver el color de sus ojos era como intentar ver el cielo tras las ramas de un frondoso árbol que deja filtrar su luz. Pequeños rayos que te ciegan y se te quedan grabados en la retina.
La Española apareció en mi vida cuando yo no sabía que la necesitaba. Y ahora que sé que la necesito simplemente, desaparece.
