Teatro de improvisación
Clases de improvisación con Tamara Berbés en La Íntegra teatro.
El pasado fin de semana formé parte de una experiencia grupal que quería compartir.
Han pasado ya casi 3 años desde que me apunté a clases de improvisación, en un mundo en el que todavía la distancia de seguridad se reservaba únicamente para los coches (y algunos ni eso). En ese tiempo, tuvimos que reinventarnos, dejamos de acudir a nuestros gestos faciales como muestra de expresividad, y empezar a comunicarnos con otras partes del cuerpo que no estuviesen amparadas por las mascarillas.
El tacto también fue relegado y el contacto visual era lo único que nos daba fuerzas y amarres en nuestras improvisaciones.
Supongo que por eso, las clases de viewpoints que realizamos en ese curso fueron tan motivadoras y necesarias. Teníamos ansia de una normalidad que volviese a tratarnos como individuos que buscan conexiones y nos las rehuyen.
Durante esos tres días nos cargamos de buenas vibraciones, de grandes dosis de humor y aprendizaje. Porque en esta ocasión, eran nuestros cuerpos los que contaban historias.
No tenían que ser coherentes, ni seguir tramas complejas, lo único que queríamos proyectar era un ideal de conexión, en el que nuestras extremidades acabaran sintonizando con la de nuestros compañeros, como en una ilógica danza que invita simplemente a dejarse llevar.
La naturaleza de esta clase era darnos más herramientas como actores a la hora de iniciar nuevas improvisaciones. Ser conscientes de la herramienta tan potente que llevamos con nosotras y que muchas veces la utilizamos única y exclusivamente como carcasa para nuestra mente.
Personalmente tengo que admitir, que el tener que incluir acciones dentro de mis actuaciones a la vez que improviso un diálogo con mis compañeros, sigue siendo un handicap muy grande. Nunca soy plenamente consciente de todas las posibilidades que los espacios nos pueden brindar. De cómo marcando escenarios y gestos podemos dar más empaque a nuestras improvisaciones y llenarlas de significado.
Es por eso, que a través de los ejercicios de viewpoints, pudimos, no solo hablar sin utilizar palabras, sino crear el entorno que las escenas pedían. Nuestra disposición por el espacio, las formas que creábamos, nuestros ritmos, la repetición, etc., eran factores fundamentales para darle vida a nuestras narraciones. A través de estos elementos conseguimos construir diferentes focos de atención en los que con simples movimientos, atrapábamos las miradas del público haciendo que se desplazasen a nuestro son.
La sensación que surgía siendo parte de ese coro era hipnótica y poderosa, pero lo mismo se destilaba al observar nuestro extraño baile del que el siguiente paso nadie sabía.
Esta actividad, no solo nos sirvió a un nivel más personal, sino que también nos hizo crear lazos más fuerte con nuestr@s compañer@s, con quienes puedo decir, que compartí un fin de semana que ha sido un rayo de luz dentro de una oscura etapa.
Gracias por todo.
