ESCENA REPENTIZADA

ESCRITURA AUTOMÁTICA

Clases del taller de escritura creativa con Tamara Berbés en La Íntegra teatro.

Ejercicio: Escribir una escena de teatro en 30 minutos a partir de una una frase creada entre varias personas. La frase debía contener al menos un personaje haciendo una acción determinada en un lugar concreto. A continuación la idea con la que me tocó trabajar:

Una mujer recogiendo setas en el monte, y un huracán arrancando las casas de los pobres pitufos.

A tener en cuenta: Dentro del texto debíamos incluir un diálogo rápido, con palabras fonéticamente parecidas que diesen un aire absurdo al conjunto global.

PITU-SECRETO

Personajes: 

Juana

Papá Pitufo

Pitufo Agorero

Pitufo Segurata

Pitufo Puerta de Discoteca

Pitufo puntilloso

Del proscenio aparece Juana con una cesta de paja y con el cuerpo inclinado mirando fijamente al suelo. En la mitad derecha del escenario, un grupo de personajes pintados de azul y con ropas y gorro blancos no paran de saltar y bailar.

Pitufos (a coro musical): ¡Qué bello es vivir! ¡Qué bonito es estar vivo, qué bonito que es vivir!

Juana: La voz de los Pitufos reduce su volumen hasta quedarse silenciada- Me encantan las setas, me relaja tanto ir a buscar setas al monte. Es uno de mis hobbies más secretos. Ni mi marido ni mis hijos lo saben, pero cuando llego al monte me transformo. Tengo un talento natural para detectar las mejores setas. Y eso se lo debo a mi ritual. Primero, doy un salto. 

Juana salta con fuerza sobre el terreno. Nada más llegar al suelo, los Pitufos se caen del corro que formaban, como si una pequeña explosión les hubiese golpeado. 

Pitufos: Todos hablan cortándose los unos a los otros- ¿Qué es eso?, ¿lo habéis notado? Ha sido un temblor… Como si…

Pitufo Agorero: Gritando y entrando en escena violentamente- ¡Es ella!

Un golpe seco suena fuera del escenario. 

Pitufos: Asustados, gritan- ¡Oh no!

Pitufo Agorero: Nuestros parientes lejanos nos lo advirtieron. Pitufo Primo Segundo nos envió una carta hace meses diciendo…

Pitufos: A coro- ¿Qué carta?

Papá Pitufo: Con voz autoritaria- Ninguna. -ante sus palabras, el resto de Pitufos se giran para dejarle paso.

Pitufo Agorero: ¡Mientes! Nos llevas años ocultando la verdad, pero es hora de que todos vosotros lo sepáis. 

Papá Pitufo: Temblando ligeramente de enfado- ¡Calla! No puedo permitir que sigas pregonando tus insanas locuras a mi gente. Primero lo de la lluvia de pepinos mortíferas, luego lo de la plaga de coronillas que nos dejarían a todos calvos. 

Pitufo Agorero: ¿Acaso esto último no es cierto?

Silencio. Todos los Pitufos se miran, se quitan sus sendos gorros blancos y se rascan sus alopécicas cabezas. Abren mucho los ojos. 

Papá Pitufo: Poniéndole el gorro al Pitufo más cercana que tiene delante- ¡Nacimos sin pelo, Pituestúpidos!

Pitufo Puntilloso: Menos Pitufina. 

Pitufos: A coro y asintiendo- ¡Cierto, cierto!

Papá Pitufo: Poniendo Orden- ¡Se acabó! Pitufo Agorero esta es la última que te tolero. 

Pitufo Segurata, Pitufo Puerta de Discoteca ¡traedmelo!

Pitufo Segurata: Cogiendo a Pitufo Puerta de Dicoteca- Toma 

P. P. de Discoteca: ¿Qué tomo?

P. Segurata: El pelo

P. Discoteca: ¿Qué pelo? Si soy calvo.

P.Segurata: tocándose la cabeza, sorprendido- ¡Anda y yo!

P. Discoteca: Pues toma. 

P. Segurata: ¿Qué tomo? 

P. Discoteca: ¿Té?

P. Segurata: ¿Té tomo?

PDiscoteca: Me tomo. 

P. Segurata: Emetomo. 

P. Discoteca: ¿Hematoma?

P. Segurata: ¿Cardenal?

P. Discoteca: ¡¡No, Segurata!!

P. Segurata: ¡Es verdad, qué susto, creí que había cambiado de profesión!

P. Discoteca: ¡Y yo!, pero por suerte puedes dedicarte a lo que más te gusta. 

P. Segurata: Me gusta deshojar margaritas. 

P. Discoteca: ¡Qué bien! Es un deporte muy complicado. 

P. Segurata: Sobre todo porque las margaritas miden como tres Pitufos. 

Papá Pitufo: Dando un grito- ¡Os queréis callar, y cogerle de una Pitufa vez!

Pitufo Agorero: Sacándose una inyección de debajo de su gorro- ¡Esta vez no, Papá Pitufo! Esta vez todas tus mentiras y tramas saldrán a la luz. 

Pitufo Agorero le clava la inyección en el brazo a Papá Pitufo. Este empieza a vibrar y a cambiar repéntínamente de color. Rojo, amarillo… Empieza a lucir más y más más y más. 

Por otro lado Juana está terminando todos sus rituales para la búsqueda de setas. Hasta que algo le llama extrañamente la atención. 

Juana: Señalando el suelo- ¡Ahí! Justo ahí, sabía que mi baile a cuatro patas, el comer hierba mientras abrazaba un árbol y rascarme la oreja como un perrete me desvelaría dónde se encontraban las mejores setas. ¡Venid con mamá!

Juana empieza a arrancar setas a destajo. A su vez, el mundo de los Pitufos se empieza a derrumbar y hay pitufo sangre por todas partes.


UNA FOTOGRAFÍA, UNA ESCENA

ESCRITURA AUTOMÁTICA

Clases del taller de escritura creativa con Tamara Berbés en La Íntegra teatro.

Ejercicio: Escribir una escena de teatro en 40 minutos a partir de una fotografía. En este caso nuestra profesora nos propuso una foto en blanco y negro de una plaza mayor de algún pueblo o ciudad donde la gente pasaba, esperaba y en conclusión, vivía su vida sin saber que el objetivo de una cámara se estaba posando en ellos.

Felicidad en blanco y negro

Personajes: 

MATILDE

JOSÉ

FELIZ

RICARDO

Nos encontramos en la plaza de un pueblo. Se acerca la temporada de Navidad, luces y puestos de compra/venta en cada esquina. Pero el frío esa tarde es intenso, y no se ve demasiada gente. 

José lleva un rato fumándose un cigarro tras otro mirando como un malabarista ambulante (Ricardo) hace unos trucos a cambio de muy pocas monedas. Saca una cuerda enganchada a dos palos en cada punta y la moja en agua para sacar grandes pompas de jabón ayudándose con el viento y el movimiento.

Matilde llega a la plaza y mira nerviosa de lado a lado. Se mantiene parada cambiando su peso de un pie a otro. En su mano sostiene un libro. Tirita de frío. Se apoya en la misma pared donde José está recostado. Mira a José con curiosidad y entonces decide hablar.

MATILDE: (Dirigiéndose a José de forma entrecortada) Disculpe, ¿es usted Feliz?

JOSÉ: (Sorprendido) ¿Perdón?

MATILDE: (Insistente)  ¿Feliz, eres Feliz?

JOSÉ: (Con tristeza) No lo sé… Eres la primera persona que me lo pregunta en toda mi vida. 

MATILDE: (De repente haciéndose cargo de sus palabras) ¡No, no! No eres Feliz, por su puesto que no.

JOSÉ: (Todavía más triste, el cigarro se le consume entre sus dedos) ¿Ah, no? Pues vaya…

MATILDE: ¡No! (acercándose a José e intentando tranquilizarlo) Me refiero a que ese no es tu nombre. 

JOSÉ: ¿Mi nombre? (extrañado) Mi nombre es José, y ahora resulta que no soy feliz (melancólico). 

MATILDE: ¡Hola José! (estrechando la mano de José con mucha fuerza) Claro que puedes ser feliz, pero no Feliz (haciendo énfasis en la última palabra). Perdona de nuevo por la confusión. Estoy buscando a Feliz… Un hombre con el que llevo hablando a través de mensajes de móvil hace tiempo… Pero hasta ahora, nunca nos habíamos atrevido a conocer en persona. 

JOSÉ: (Asombrado) ¿Has estado chateando con un hombre que se hace llamar Feliz, meses?

MATILDE: Fue una errata en su partida de nacimiento. Al parecer sus padres le quisieron llamar Felix, pero algún funcionario lo debió escribir mal. Cuando vieron su nombre en el libro de familia estuvieron tentados a cambiarlo, hasta que en el último momento se dieron cuenta. ¿Qué padre no querría que su hijo fuese Feliz? 

JOSÉ: (Complacido) Menuda historia… Yo me llamo José, porque mi padre se llama José, y mi abuelo, y mi tatarabuelo y… bueno tantos tatataras como Josés hay en mi familia. 

MATILDE: Pues encantada, yo me llamo Matilde. 

JOSÉ: Y ese Feliz, ha quedado contigo aquí, ¿llega tarde?

MATILDE: Realmente no, soy yo la que ha llegado antes… Es que verás, es la última oportunidad que me doy para pintar la vida de color. 

JOSÉ: Es usted muy poética. 

MATILDE: Lo digo literalmente. Yo sólo veo en blanco y negro. 

JOSÉ:(Extrañado) ¡Ah eres algo así como daltónica!

MATILDE: No, no… Yo antes veía todo con colores vivos. Sabía que el verde era verde, que las rosas son rojas, y que las naranjas engañan menos que las rosas. Pero un día me levanté, y todo ¡plaf! Se volvió gris de repente.

JOSÉ: ¡Joder! ¿Qué comió esa noche? A ver si algo le sentó mal. 

MATILDE: ¡Qué va! Si ningún médico me ha sabido decir nada de nada… Sólo sé que un día de la noche a la mañana, el color desapareció, y todo en la vida me empezó a parecer aséptico, sin gracia… Como si nada tuviese razón ninguna. ¿Sabes a lo que me refiero?

JOSÉ: Sí claro… Es mi día a día. Aunque yo sigo viendo colores eso sí. 

MATILDE:(Emocionada) Pero cuando conocí a Feliz supe que tenía una oportunidad, quizá la última para que los colores volviesen, y hoy es el día en el que la luz brillará en mis ojos otra vez. 

Feliz aparece con un libro bajo el brazo. Se queda contemplando a Ricardo mientras este hace pompas gigantes de jabón. Tiene una sonrisa amplia en el rostro. 

MATILDE: (Gritando contenta)¡Es él! (corriendo hacia Feliz). 

Matilde se lanza a sus brazos y le besa apasionadamente. Se separan y se miran. 

JOSÉ: (Gritando a Matilde en el otro lado de la escena) ¿Qué? ¿cómo lo ves?

MATILDE: ¡Qué equivocada estaba, José! ¡Ahora sé que mi felicidad está pintada en blanco y negro!


The house in the cerulean sea

Opinión sobre el libro «The house in the cerulean sea» de TJ Klune.

Victoria Izquierdo

Hace unos meses me regalaron un libro de fantasía en inglés. 

Todavía estoy en un punto con ese idioma en el que aunque las historias sean espectaculares, lo que más disfruto es de la conciencia (algo pretenciosa) de que puedo leer un libro escrito en una lengua que no es la mía. 

Pero con The house in the cerulean sea fue diferente. Me enamoré de este cuento tan bien tratado, y solo lamenté que mi nivel de inglés no estuviera a la altura de algunos tramos de la novela. 

Sabes que un libro te ha atrapado porque cuando llegas a esa última línea de punto final suicida, no consigues superarlo. Releés los párrafos que más te atrayeron, los momentos que te erizaron la piel. No puedes aceptar la despedida. Es una ruptura con preaviso, y aún así sientes que no quieres perder esa chispa que te ha cambiado por dentro. 

Y lo más extraordinario de todo es que The house in the cerulean sea es una historia que deslumbra por su sencillez. Parece que no te va a contar nada nuevo, o más impresionante de lo que hayas leído con anterioridad. Hay magia, hay burocracia, hay luchas interiores que ponen al corazón del protagonista contra la espada y la pared. Es una narración clásica que se adapta paso por paso al viaje del héroe. ¡Pero cómo he disfrutado cada paso, cada trecho recorrido de la mano de su autor!

Sin desvelar nada de lo que acontece en la obra, quiero hacer hincapié en el mensaje que subyace en toda ella.

Es una oda a la integración, la aceptación de lo diferente. Esa rareza tratada como algo mágico que puede asustar a muchos, pero que a otros deleita. Lo triste es que el miedo tiene la voz más alta y por eso nos resuena más en nuestros oídos. Parece que hable por todas las voces, cuando solo lo emiten un par de gargantas. Este libro, como todos los que me suelen conmover, nos narra cómo los individuos pueden marcar la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. Como esa lucha, que en un principio puede ser solitaria, acaba avalada por otros tantos que comparten los mismos valores e ideales de justicia. 

Durante toda la novela se habla de esa búsqueda del hogar, no como un lugar estanco e inamovible, sino el espacio, doquiera que sea, en el que puedas sentirte libre y pleno. Que la normalidad es un subterfugio para no atrevernos a ser quiénes realmente somos, especialmente si los que determinan la norma llevan el temor y el odio por bandera.

Ya que no es comprensible que el odio sea algo aceptable por la sociedad, mientras que lo “diferente” es perseguido. Lo anecdótico y lo raro deberían ser los discursos de odio y la diversidad debería erguirse como norma ya que no hay un ser que sea exactamente igual a otro. 

Por eso, y porque la trama cuestiona directamente los estamentos establecidos, nuestro protagonista no podía ser otro que no fuese Linus. Un trabajador social dentro del Department in Charge of magical Youth (departamento a cargo de la juventud mágica), meticuloso y concienciado con cada uno de los niños/casos que atiende, y abiertamente gay. 

Puede que este tipo de lecturas para todos públicos que se están publicando ahora mismo suelan tener protagonistas que no son los heteronormativos que consumía yo en mi niñez y adolescencia (perdonadme mi ignorancia en esta parte pero me he ido descolgando de esta audiencia). Sin embargo, lo que ha supuesto para mí encontrar un protagonista en una novela juvenil que sea homosexual y cuya historia de amor sea tan tierna y bien escrita que te estremeces con cada palabra, ha sido algo completamente único. Nunca antes lo había leído. Y si yo me he ilusionado con este detalle, que soy una chica blanca cis hetero, no me quiero ni imaginar lo que puede suponer para un@ joven adolescente que esté leyendo este libro sin apenas referentes gays dentro de sus cuentos. Puesto que poder identificarte con los protagonistas de las historias es una parte esencial dentro de la concepción de tu propia identidad personal. 

En definitiva, The house of the cerulean sea es un libro que deja poso, cargado de humor y belleza.

Es sencillamente mágico.